lunes, 9 de marzo de 2009

Toros y olé

En pleno siglo XXI ya no solo me impacta ver fiestas al más puro estilo Gladiator, sino ver que encima se les premia y reconoce. Este es el caso de Francisco Rivera Ordoñez, torero por herencia y personaje del papel couché, que en estas últimas semanas recibió la medalla de oro de las bellas artes 2008. Este premio lo otorga el Ministerio de Cultura de España a aquellas personas que destacan en los campos de la “cultura”. Y pongo cultura entre comillas porque no me deja de sorprender ver como en la lista de premiados entre los que se encuentran actores, directores, músicos,… aparezca la palabra matador de toros.

¿Qué de cultural tiene un matador de toros? ¿Qué de bello o qué de arte tiene ver y participar de la agonía de un animal? Y no es la primera vez que se otorga este galardón a tales figuras, pero uno siempre tiene la esperanza de que, con el paso de los años, las raíces de esta España profunda que nos atan a un pasado de vergüenza desaparezcan de una vez por todas.

Es cuanto menos contradictorio ver como, por parte del gobierno, promueven campañas en defensa de los animales y por otro lado condecoran a aquel que los maltrata. Los intereses económicos de algunos y/o el miedo a perder apoyo popular de otros no deben ponerse por encima de la defensa y protección del animal.
La consideración del toro como ser vivo, ser capaz de sentir y sufrir, nos debe hacer recapacitar y plantearnos si la “fiesta nacional” por antonomasia debe dejar de serlo. El futuro de un país está en la evolución, no en tradiciones del medioevo.

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