lunes, 15 de febrero de 2010

Así no vamos bien

Ayer tuve un momento de indignación y tristeza. Os pongo en situación.

Me encontraba en la cola para pagar en un gran centro comercial. Detrás de mí una mujer, carrito en mano, junto con su hijo y con otra señora mayor de la que deduje sería su madre. La mujer, aparentemente educada y respetuosa, se pasó un buen rato dando constantes directrices a su hijo para que se mantuviera a su lado. En aquel momento un hombre le golpea con el carro de la compra de forma totalmente involuntaria, a lo que la señora responde con una actitud más que desproporcionada. Después de intercambiar alguna que otra palabra, el hombre sigue su camino. La mujer exaltada y murmurando entre dientes acaba vomitando por la boca lo siguiente (frase textual):

“Encima es sudaca, que se vayan a su país que es donde tienen que estar. Mal educados que se adapten a nuestras costumbres. Porque yo no tengo nada en contra de nadie pero si al menos vinieran a ayudar, sino no se que hacen aquí estos sudacas.”

En primer lugar, efectivamente, el hombre que le golpeó era de origen latinoamericano. En principio le pongo un diez a esta mujer por saber identificar procedencias.

Por otro lado, el término “sudaca” entonado con el odio que desprendió esta mujer afeó la imagen de señora refinada que a priori podía aparentar. Un cero por lo tanto en este punto.

En cuanto al resto de la frase, tal vez esta mujer no acaba de entender bien algunos aspectos de la vida.

Para empezar hablaba en plural, como si hubieran sido muchas las personas que le golpearon, cuando en realidad fue UNA la persona que le dio el golpe. Una persona cuyo origen debería ser irrelevante, pero en cuanto se dio cuenta de que el hombre no tenía su blanca piel, su origen se convirtió en un agravante para ser juzgado más duramente. Señora por aquí no vamos bien.

Por último explicarle a esta mujer que las personas que se van de su país en busca de un futuro no lo hacen por placer, no es el mismo viaje que hacemos nosotros cuando vamos a sus países, pulserita en mano a “todo incluido”. No señora, no es lo mismo. Ellos dejan atrás su vida y sus familias, renuncian a muchas cosas a cambio de poder tener algún día la vida de facilidades que tenemos nosotros. Muchos de ellos ya quisieran estar en sus países de origen y no tener que venir aquí, así que señora por eso no sufra que si el hambre no apretara no estarían en esta situación.

En definitiva, me dolió y me dio pena oír estas palabras entonadas con tanto odio, porque al final el incidente que mantuvo con ese hombre pasó a un segundo plano y fue la excusa para sacar a la luz lo que realmente siente hacia las personas inmigrantes. Por desgracia no es un pensamiento aislado, pensé en el hijo al que tanto adoctrinaba para que se mantuviera a su lado cual perrito faldero. Este niño, acostumbrado a oír de boca de sus padres frases de esa calaña, es carne de cañón. En el mejor de los casos será una persona intolerante, en el peor de los casos un racista en potencia.