jueves, 5 de agosto de 2010

Aquellos días de verano

Me vienen a la mente los veranos de mi infancia, ¡esos veranos si que eran de verdad! Recuerdo especialmente el verano del 92. Yo tenía 9 años y eran las Olimpiadas de Barcelona. Vivíamos en la montaña y desde mi casa se podía ver el pebetero con su llama olímpica encendida. Me pasaba el día en el campo jugando con mis amigos a imitar a los grandes atletas del momento y llegaba a casa sin medallas en el cuello pero victorioso de alegría. Cenábamos en la terraza mientras en la televisión se oía la voz del presentador comentando el resumen de la jornada deportiva. Me sentía grande, los ojos del mundo estaban situados en Barcelona, en aquel estadio olímpico, en su llama, y yo tenía el privilegio de divisarla en vivo desde mi pequeña patria que era mi hogar. Por las noches, desde la ventana de mi habitación, miraba al cielo abierto y el sueño me vencía con las estrellas como último recuerdo. Mi único deseo era despertar y ser tan feliz como lo había sido el día anterior.