jueves, 7 de mayo de 2009

¿Arde París?

A veces me da por escribir. Cuando en mi cabeza las ideas empiezan a desordenarse, necesito plasmar mis pensamientos y entonces, a veces, me da por escribir.

El pasado viernes por la noche fue una de esas noches en la que decides que te la guardas solo para ti y aprovechas para hacer todo aquello que cualquier otra noche no puedes hacer. Mi propósito era sencillo, disfrutar de una noche de película.
No es que me caracterice yo por tener una gran filmoteca, pero últimamente me había comprado un par de películas y tenía una deuda pendiente con ellas. Me gustan las que me ayudan a entender el hoy, las que hablan del ayer y de lo que pasó. Me decanté por un clásico de 1966, “¿Arde París?”. Es una adaptación de la novela que lleva el mismo nombre y relata las horas que precedieron a la liberación de París durante la Segunda Guerra Mundial. Soy un veterano en este tipo de películas, he de reconocer que el tema me apasiona.
Después de dos horas y media de tiros entre nazis y partisanos la cosa acabó como se esperaba. Es lo malo de este tipo de filmes, el final nunca te sorprende. A pesar de eso, cada película hace que me ponga en la piel de las personas que vivieron tales acontecimientos y reflexiono, pienso en el papel que le toca vivir a cada uno y que, sin elegirlo, se deben enfrentar a ello por el hecho de haber nacido en un lugar y en una época determinada.
Se suele decir que aquellos eran otros tiempos, y es cierto, pero aquellas personas defendieron unos intereses, conscientes que tal vez no disfrutarían de ellos, pero que sin duda serían un buen legado para sus hijos y futuras generaciones. Hoy, ya en otra época y otro escenario, esos hijos y futuras generaciones debemos jugar nuestro papel. Debemos acatar la responsabilidad de recoger el testigo que nos dejaron. Seguir con la lucha que innumerables personas en todo el mundo iniciaron por nuestros derechos, por el derecho de todos.
Porque a pesar de que hoy el mundo pueda parecer más justo, siempre habrá un lugar en el que una bomba enturbie la paz o un lugar en que el hambre hinche los vientres.
Con esto no pretendo que seas la voz que reclame por un mundo mejor, pero si que te unas a ella para que suene más fuerte. Tal vez así evitemos que arda París.